Movimiento Moderno
Movimiento
Moderno, en arquitectura, es el conjunto
de tendencias surgidas en las primeras décadas del siglo XX, marcando una
ruptura con la tradicional configuración de espacios, formas compositivas y
estéticas. Sus ideas superaron el ámbito arquitectónico influyendo en el mundo
del arte y del diseño.
El Movimiento Moderno aprovechó las
posibilidades de los nuevos materiales industriales como el hormigón
armado, el acero laminado y el vidrio
plano en grandes dimensiones.
Se caracterizó por plantas y
secciones ortogonales, generalmente asimétricas, ausencia de decoración en las
fachadas y grandes ventanales horizontales conformados por perfiles de acero.
Los espacios interiores son luminosos y diáfanos.
Al final del siglo XIX, la
incorporación de nuevos materiales y el desarrollo de nuevas técnicas,
revolucionaron los modos tradicionales de construir. El Movimiento Moderno en
la historia de la arquitectura comprende un período situado entre las dos
guerras mundiales, y su objetivo es la renovación del carácter, diseño y
principios de la arquitectura, el urbanismo y el diseño. Los protagonistas
fueron arquitectos que reflejaron en sus proyectos los nuevos criterios de
funcionalidad y conceptos estéticos. El movimiento se identifica en el momento
de su máxima expresión en los años veinte y treinta del siglo XX.
Un impulso decisivo para el
movimiento estuvo a cargo del CIAM, promovido por Le
Corbusier, y las conferencias internacionales, donde se desarrollaron muchas de
las teorías y principios que luego se aplicaron en varias disciplinas. A estas
pertenecen el movimiento De Stijl, la Bauhaus, el constructivismo y el
racionalismo italiano. En 1936 se acuñó el término Estilo
internacional en los EE.UU. y a menudo se llama así a todo el
movimiento.
Aunque los orígenes de este
movimiento pueden buscarse a finales del siglo XIX, con figuras como Peter
Behrens. Sus mejores ejemplos se construyen a partir de la década de 1920,
diseñados por arquitectos como Walter Gropius, Mies van
der Rohe y Le Corbusier.
La llegada de Hitler al poder en
1933 y el cierre de la Bauhaus provocaron la salida del país de numerosos
arquitectos y creadores que habrían de difundir los principios de este
movimiento a otros países.
En Estados Unidos comenzó a
generalizarse la denominación International Style tras la
exposición de Arquitectura Moderna celebrada en 1932 en el Museo de
Arte Moderno de Nueva York, con motivo de la cual Henry-Russell Hitchcock y Philip
Johnson escribieron el libro International Style: Architecture
since 1922.
En la segunda mitad del siglo XX se fueron produciendo tantos nuevos desarrollos del movimiento moderno en sus múltiples posibilidades, como alternativas criticas.En las últimas décadas del siglo se produjo incluso un radical cuestionamiento del concepto mismo de la modernidad a través de los movimientos denominados descontructivismo y arquitectura posmoderna, que no son ni mucho menos las únicas posibilidades expresivas de un periodo, que llega hasta el siglo XXI, que se caracteriza por la abundancia y variedad de obras, estilos y creadores.
El Movimiento Moderno supuso una
ruptura con la arquitectura anterior, creando un nuevo lenguaje arquitectónico,
siendo la Bauhaus la impulsora de este movimiento. Propone indicaciones en
cuanto al método a seguir, siendo una nueva forma de hacer arquitectura.
El Racionalismo
arquitectónico surge tras la Primera Guerra Mundial como respuesta a
la necesidad social y a los cambios políticos que acaecían en Europa. Promueve
una estandarización de la vivienda con el objetivo de lograr un mayor bienestar
social. También sus inicios se encuentran en la Bauhaus.
El Estilo
Internacional está asociado a las formas arquitectónicas, con
supuestos principios modernos y universales, pero desvinculado de contenido
social. Surge en un mundo que se universalizaba, donde la arquitectura no
poseía características de ningún lugar y, por tanto, era transferible a
cualquier zona del mundo.
El racionalismo del movimiento moderno
El racionalismo es la arquitectura
de nuestro tiempo. La vivienda que utilizamos en las ciudades, los conceptos
urbanísticos, y el mundo artificial que nos rodea cotidianamente es de
concepción racionalista.
La arquitectura racionalista se caracteriza por la
desornamentación decorativa, la sinceridad de los materiales (que alcanza su
máxima expresión en el brutalismo de Auguste Perret), y los volúmenes de
geometría perfecta, cubos y prismas cuadrangulares. El racionalismo rompe con
el pasado en sus símbolos y su lenguaje. La forma es consecuencia de la
función. El racionalismo triunfa sin paliativos porque ayuda a las nuevas
tecnologías y se sirve de ellas, de la industria, y además ayuda a optimizar el
precio del suelo en los países capitalistas. Sin embargo, el racionalismo no
pretende limitarse a construir edificios, sino que es toda una nueva concepción
de la ciudad como centro
urbano, mercado y lugar de habitación. Propone dividir la ciudad en espacios
funcionales, pero organizados racionalmente y no dejando a las fuerzas del
mercado capitalista la organización de la ciudad. Esta concepción de la urbe,
dividida funcionalmente, tiene gran peso en las ciudades actuales, aunque no se
han podido librar del peso de la historia, ni del imperio del mercado del
suelo.
El racionalismo nace con la influencia decisiva de la Bauhaus y el arte abstracto de Kandinsky, Malévich, Mondrian y Klee.
Pretende liberar al arte de toda ideología, a través de la ciencia y las
matemáticas, pero al mismo tiempo hacerlo accesible a todos en igualdad de
condiciones, libre de las fuerzas del mercado, lo que le acerca al socialismo.
Por
último, decir que según la información, nuestro edificio, el cual fue
construido entre 1957 y 1958, es también un ejemplo del racionalismo de la
época, del cual fue seguidor M.Álvarez.
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