Empezó a estudiar arquitectura en la universidad de Buenos Aires en 1932, estudiante aplicado y crÍtico con sus profesores. Recibió el premio Ader en 1938, lo que le permitió viajar por Europa para estudiar la problemática de las viviendas económicas y de los hospitales, durante ese viaje también se entrevisto con grandes arquitectos (Walter Gropius, Erich Mendelson y Albert Speer).
En 1947 constituye su propio estudio. Durante su juventud demostró un idealismo y una coherencia ejemplar, que le llevo a rechazar proyectos que requerían utilizar estilos que el rechazaba.
La obra que le hace llegar al nivel internacional fue el Teatro General San Martín.
En la década de los 60 su estudio se consolido construyendo una serie de edificios bancarios, de vivienda y de oficinas en torre, que mostraron la capacidad y el rigor alcanzado para ejecutar obras a gran escala. Las obras se caracterizan por tener un criterio funcionalista y racionalizado, sin ornamentación y regidas por la lógica y la funcionalidad.
Mario
Roberto Álvarez no apoya su obra en un discurso teórico de ningún tipo, más
bien expresa en sus diálogos con total naturalidad, algunas reflexiones que
surgen en forma de comentarios muy naturales, en los que el expresa algunos de
sus pensamientos derivados de su actividad proyectual.
“No hay que tener miedo a hacer una cosa nueva como la estación de ferrocarril de Florencia, al lado de Sta. María Novella”
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